En un interesante articulo publicado
por López (1993) sobre la evaluación conductual, este autor señala que la
mayoría de las empresas evalúan a sus
trabajadores en forma subjetiva y poco profesional, especialmente cuando
estos trabajadores no realizan directamente un proceso de producción manual. En
este esquema evaluativo las organizaciones sitúan a sus colaboradores basándose
en rasgos de personalidad o características tales como "iniciativa" o
"responsabilidad". Los psicólogos puntúan estos rasgos de acuerdo con
una escala numérica (ej. de 5 ó 7 puntos). Estos sistemas de evaluación basados
sobre la medida de estas características han sido generalmente de acuerdo al autor
muy poco satisfactorios, ya que estas formas de evaluación fueron establecidas
para aplicarlas a cualquier trabajador sin considerar el tipo de actividades
que realiza.
Una
probable ventaja en este procedimiento habitual de evaluación nos dice López, es
que las escalas de rasgos, que definen la conducta de los trabajadores, podría
ser entendida rápidamente ("agresivo", "temerario",
"prudente", "desordenado").
Una
segunda ventaja es que los rasgos pueden ser usados en diversos trabajos, por
lo tanto la organización sólo necesitaría usar una escala de evaluación.
Cualquier persona sería evaluada sobre la misma base. Sin embargo estas dos
ventajas son ilusorias por las
siguientes razones:
a)
La intervención posterior a una
evaluación tiene que ser específica si se quiere lograr un cambio relativamente
permanente en la conducta de un trabajador. Sin embargo como el autor lo ha explicado,
los rasgos son ambiguos. Las palabras que definen rasgos deberían ser definidas
explícitamente para el trabajador si se desea que tengan un carácter
benéfico. En la práctica, esto no
ocurre, y algunos psicólogos transforman
los rasgos en "etiquetas" más o menos permanentes para referirse a
las personas y son poco útiles porque no promueven ningún cambio: son
estáticos.
b)
Aunque se piense que los rasgos pueden servir
en cualquier tarea, en realidad, si se desea que la evaluación tenga un efecto
significativo sobre la conducta laboral, debe referirse a aspectos críticos o
importantes de! trabajo. Lo que es verdaderamente importante y crítico en un
trabajo no es necesariamente crítico o importante en otro.
c)
La confiabilidad de estas
evaluaciones de la conducta laboral es cuestionable. Dos o más personas pueden
estar en desacuerdo acerca de la evaluación cuando se emplean rasgos referidos a la conducta de la misma persona.
Las desventajas de los sistemas de evaluación
basados en los "rasgos" de personalidad son claras. No proporcionan
al trabajador una información útil sobre su esfuerzo o se evalúa sobre
variables que no se controlan. Por consiguiente es necesario buscar
procedimientos de evaluación objetiva de la conducta que compensen las
desventajas expuestas. Estos procedimientos podrían ser en propuesta del autor los
denominados de "evaluación
conductual".
Un primer paso necesario para emplear la
evaluación conductual en las organizaciones sería establecer las condiciones en
las cuales estos procedimientos podrían ser aplicados, ya que no existiría evidencia confiable para afirmar que algún
cambio en la organización (como por ejemplo incrementos de producción) sea el
resultado de intervención realizada. De esta forma podría evaluar correctamente
los esfuerzos económicos y profesionales que una intervención requiere,
verificar que los resultados obedecen a tal intervención e identificar procedimientos que permitan
mejoras, permitir su corrección por otros especialistas, y por último
simplificarlos para que puedan ser empleados por personas no profesionales,
pero responsables también de contribuir tanto a la satisfacción laboral de las
personas como a la eficacia de las organizaciones.
El
paso siguiente sería definir las conductas laborales que interesan, para
posteriormente registrarlas, las medidas para evaluar la conducta de las
personas en las organizaciones deberían dirigirse a establecer, en primer lugar,
el nivel de la conducta previamente definido. A esta fase de la observación conductual se le
denomina línea base. Algo que considera sumamente importante López (1993) en este paso es la necesidad de contar con
observadores entrenados.
Es
importante señalar que los psicólogos en las organizaciones deben identificar las conductas productivas o
improductivas y las condiciones bajo las cuales estas se presentan cuando
diseñan, ponen en práctica y evalúan programas. Entre los métodos propuestos
como diseño de trabajo para evaluar conductualmente programas de intervención
en la empresa, se encuentra la técnica del grupo control o testigo. Básicamente
este diseño requiere asignar aleatoriamente los individuos a dos o más grupos
de similar naturaleza, exponiendo luego a uno de ellos a la situación
experimental y comparando los resultados con el grupo no expuesto. Sin embargo
en la empresa los grupos difieren en diversos aspectos tales como experiencia,
antigüedad, tipo de tareas, nivel de actividad, estilo de liderazgo y otros
similares, lo que hace difícil recomponerlos al azar y afirmar que los cambios
observados puedan ser atribuidos exclusivamente a la intervención realizada.
Una
alternativa a esta situación sería el diseño de investigación ABA, en la cual
se emplea el mismo grupo como su propio control. La lógica básica de este
diseño es determinar las operaciones que están funcionalmente vinculadas a la
presentación de la conducta. El efecto de una variable sobre la conducta es demostrada
por la presentación contingente, retorno y representación de la variable al sujeto.
En
la expresión más conocida de este diseño pueden distinguirse las siguientes
fases:
1.
Línea base (A): Se obtiene la información
sobre la conducta laboral que nos interesa, antes de cualquier cambio o
intervención.
2.
Intervención (B): Se comienza un conjunto
(paquete) de acciones de intervención o un procedimiento aislado y se continúa
recogiendo la información simultáneamente.
3. Inversión (A): En esta etapa se retorna a las
condiciones de línea base, interrumpiendo la intervención realizada en la etapa
B, pero se continúan recogiendo datos.
Como
conclusiones sobre la evaluación conductual, López (1993) señala que
posiblemente la función más importante de la evaluación de la conducta en la
empresa sea la nitidez y especificidad que ofrece sobre los diferentes
objetivos a los cuales se dirige, lo que permite la posibilidad de réplica o
contrastación, a diferencia de otros métodos
utilizados de evaluación.
Referencias
López,
L.1993). Evaluación conductual en la empresa. Revista Latinoamericana de Psicología, 25(3).
375-402
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